Contra la fuerza de la naturaleza
Es bien conocido el incremento de eventos extremos durante los últimos años y el impacto que ocasionan al desarrollo socio-económico de un país. Como impedirlos es imposible, impera la necesidad de elevar la conciencia de la relación hombre-naturaleza para implementar una cultura preventiva.
Uno de los tantos aspectos que influyen en alcanzar ese objetivo son los instrumentos que las sociedades crean para mitigar los efectos de los fenómenos naturales. En tal sentido, la planificación urbana adecuada resulta crucial, tarea nada fácil si se tiene en cuenta que depende de factores políticos, económicos y culturales, además de la intervención de todos los actores sociales.
Aunque el costo de esa acción es alto para los países en desarrollo, se han visto cambios de actitud en algunos de sus gobiernos dirigidos a lograr que sus poblaciones vivan en un ambiente sano.
Tal es el caso de China, una nación seriamente afectada cada año por terremotos, tormentas de arena, ventiscas, tifones, inundaciones, sequías, avalanchas de lodo, heladas, deslizamientos de tierra y rocas, en varios casos con magnitudes o intensidades récords en los últimos años.
Ante esta realidad, el gobierno emitió en 2009 el libro blanco sobre protección contra los desastres causados por fenómenos naturales, documento que presenta los esfuerzos realizados por el estado y las pautas a seguir en el futuro. Un 70 por ciento de las ciudades chinas y un 50 por ciento de todos sus habitantes (unos 650 millones) están en riesgo, destaca en el pergamino.
Reconoce además que el cambio climático incrementa la incidencia de estos eventos, por la distribución desequilibrada de precipitaciones y las variaciones inusuales de temperaturas, entre otros factores.
Paralelo al avance de su economía, China tiene previsto aumentar la inversión en la protección ambiental. En ese contexto, impulsa un gran número de proyectos, consciente de su vulnerabilidad, al ser la nación más poblada del mundo, con más de mil 300 millones de habitantes.
Un importante paso en ese difícil camino fue la promulgación de un reglamento que entró en vigor en marzo pasado, en el cual pide a las autoridades meteorológicas investigar sobre la frecuencia, intensidad e impacto de los desastres meteorológicos, a fin de crear una base de datos para evaluar mejor los riesgos.
El Consejo de Estado emitió recientemente un comunicado que cita como estrategia a seguir el establecimiento de más estaciones de radar y meteorológicas en regiones propensas a esas catástrofes, la siembra de más árboles y el reforzamiento de la gestión de los recursos hídricos. Esto último incluye labores destinadas a elevar la capacidad de modulación de sus caudales, la consolidación de presas y construcción de diques en áreas densamente pobladas.
También se informó de la puesta en marcha de un mapa de riesgos sobre desastres naturales a nivel nacional en un intento por mejorar la planificación de proyectos de construcción urbana, con el objetivo de edificar ciudades y poblados en lugares seguros, no propensos a desastres.
A pesar de la fuerza de la naturaleza, con todas esas medidas, unidas al sistema de control de esos fenómenos por satélite y los programas de concienciación y respuesta coordinada y eficiente a las catástrofes previstos, China sin dudas mejorará no solo la gestión ante esos fenómenos, sino que también depositará su granito de arena en la lucha mundial por alcanzar un desarrollo sostenible.
Escrito por: Teresita de J. Vives Romero