China: Un clima para disfrutar o preocupar
Las intensas lluvias en el sur de China por esta época del año siempre resultan impactantes y acaparan la atención de muchas personas, sobre todo de las autoridades del gobierno vinculadas a la prevención y lucha contra desastres.
Y es que en este país, el más poblado del mundo, las inundaciones y los deslizamientos de tierra como efectos del citado evento meteorológico provocan un gran número de víctimas y daños.
Caracterizado por los monzones continentales y estaciones muy definidas, el clima de la nación asiática es impresionante e imprevisible ante los ojos de aquellos que han vivido en uno tropical.
Aunque algunos piensen que el tiempo a disfrutar de un ambiente sin extremos resulta corto (otoño y primavera), China es idónea para experimentar todos los cambios climáticos, máxime si hoy están acrecentados por el calentamiento global, según expertos.
En dependencia de la región, debido a la extensiva y compleja topografía del territorio, los inviernos pueden ser considerablemente fríos y los veranos muy calientes.
Pero junto a esas variaciones, llegan muchas adversidades: congelación de mares, severas nevadas, avalanchas, intensas sequías, tormentas de arena/polvo, fuertes vientos y lluvias, granizadas, inundaciones, deslaves, ríos crecidos y tifones, entre otras.
Para entender un poco el controvertido clima, hay que echar un vistazo a su geografía.
Además de ser uno de los mayores territorios del mundo, tiene un relieve que va desde las costas del mar de China y el mar Amarillo, hasta la cumbre del Everest, el monte más alto del planeta, con ocho mil 850 metros sobre el nivel del mar.
Grandes llanuras, enormes praderas, elevadas mesetas, largas cadenas montañosas, suaves colinas, cuencas, depresiones, desiertos, bosques, estepas y numerosos ríos conforman su paisaje.
A manera de síntesis, el país es dominado por cuatro eventos típicos, pero con infinidad de transiciones climáticas entre ellos.
Dos se presentan al oeste, con las alturas del Himalaya de características polares y los desiertos de clima seco de las latitudes medias, y dos al este, con un clima continental húmedo al norte y otro subtropical húmedo al sur.
En las grandes alturas las temperaturas medias siempre están por debajo de cero grado Celsius y las lluvias son escasas y en forma de nieve por el frío, que la mantiene de un año a otro en forma de grandes glaciales, especialmente en el Tíbet.
Mientras, entre los 600 y los dos mil metros llueve más (por encima de los mil milímetros anuales (mm)). En la transición del clima seco de las latitudes medias y el subtropical húmedo las precipitaciones también son escasas (500-800 mm).
En este último, típico del este, la costa y el sur de China, el mecanismo de los monzones domina la temporada de lluvias -entre junio y noviembre-, período caracterizado por una media de ocho tifones cada año que traen severas tormentas.
Por otro lado, influyen en el clima el anticiclón Siberiano (presente en invierno, fundamentalmente en la parte oeste y norte del país), el anticiclón Hawaiano (en verano en el este y el sur) y el frente polar, que llega muy débil con los vientos dominantes del oeste.
También la Zona de Convergencia Intertropical modifica la posición de los monzones y afecta a la región sur, en tanto, variados anticiclones locales se posicionan sobre el centro del Tíbet en invierno e interfieren en amplias zonas del oeste.
Más si nos referimos a desastres, además de los causados por los eventos extremos en todo ese aglomerado y complicado clima, no podemos olvidar los causados por los sismos.
China se sitúa en la región donde se conectan las tres placas tectónicas de Eurasia, el Océano Pacífico y el Océano Indico. Ello implica un alto riesgo de sufrir temblores provocados por el movimiento de esos fragmentos de litosfera.
La nación se sitúa al frente de los países que registran más terremotos destructivos en el mundo.
A modo de ejemplo, vale destacar los eventos más recientes.
Desde noviembre regiones del país sufrieron una prolongada sequía que se agudizó en abril en una amplia franja a lo largo del río Yangtsé, donde en varios puntos llegó a ser la peor en 50 años, lo cual ocasionó pérdidas de importantes cultivos, entre otros graves daños a la economía.
También condujo a la escasez de agua potable debido a que el volumen en muchas represas y recursos hídricos bajó a niveles históricos.
Luego, con la temporada de lluvia en junio la mencionada zona comenzó a sufrir intensas precipitaciones que como en otros años han dejado un elevado número de muertes, viviendas destruidas, diques rotos, inundaciones, ríos desbordados y miles de evacuados.
Pero paralelo a este diluvio, de manera contrastante, aún en esta época ciertas áreas del noroeste reportaban una gran escasez de agua.
En la región autónoma Hui de Ningxia, por ejemplo, la grave situación conllevó también a enfrentar la falta de alimentos debido a la persistente sequía. Desde noviembre de 2010 esa región es golpeada por altas temperaturas.
Informes a mediados de junio citaban que durante las últimas semanas las precipitaciones no superaron los 9,9 milímetros, un 60 por ciento menos a la media para el mismo período en los últimos 10 años.
Los distritos más afectados solo habían recibido el 10 por ciento de las lluvias habituales.
A todo esto, falta esperar que los tifones este año den una tregua ante tantas adversidades dejadas por la sequía y las intensas lluvias.
Mientras, para fines del 2015 el gobierno terminará el refuerzo de proyectos claves y la evacuación de personas de áreas vulnerables, a fin de contar en 2020 con un sistema de prevención de desastres.
Este, permitirá evaluar, monitorear y minimizar los efectos de los fenómenos naturales extremos que afecten al territorio nacional.
Escrito por: Teresita de J. Vives Romero