China: Sueños y realidades espaciales
Dicen que a todos les está permitido soñar, pero en muchas ocasiones pocos son los que logran sus aspiraciones, máxime si esas son tan grandes como llegar a la Luna. Sin embargo, es de todos conocido que enormes desafíos implican incalculables esfuerzos.
Un ejemplo de esta realidad es China, que a partir de 1949-cuando la mayoría de su población estaba sumida en la pobreza- se desarrolló a pasos agigantados y hoy es capaz de exhibir en materia tecnológica grandes avances, incluido el tema aeroespacial.
El gigante asiático, según se anunció recientemente, lanzará en 2011 el módulo espacial no tripulado Tiangong-1, de unas 8,5 toneladas, que luego permitirá el acoplamiento de las naves Shenzhou-VIII, IX y X. Para entonces habrá vencido las tres grandes metas enmarcadas en el programa espacial denominado 921, el cual comenzó en 1992.
La primera era enviar misiones tripuladas, la segunda que los taikonautas (como se les llama a los cosmonautas chinos) realizaran actividades fuera de las naves y la tercera acoplar dos vehículos en ese entorno, a fin de sentar las bases para establecer antes del 2020 una estación espacial cuyos resultados científicos en condiciones de gravedad cero prevé compartir con el resto del mundo.
El cimiento de estas hazañas se remonta a 1956, cuando la nación creó el Instituto de Investigación No.5 de Misiles y Cohetes. Luego, en 1970, lanzó su primer satélite terrestre artificial, convirtiéndose en el quinto país que hacía una acción de ese tipo y en 1975 se nominó como la tercera en conseguir el regreso a Tierra de uno de esos artefactos.
Mientras, en 1999 envió al espacio su primer vehículo sin tripulantes, la Shenzhou I, al que sumó otros tres entre 2000 y 2001. Dos años más tarde, en 2003, obtuvo una de sus grandes aspiraciones, al mandar en la Shenzhou-V a Yang Livei, quien aterrizó con éxito en el centro de Mongolia Interior, luego de recorrer 600 mil kilómetros en 14 órbitas a la Tierra durante 21 horas. Este logro convirtió a China en la tercera nación que realizaba una misión con hombres a bordo, tras Rusia y Estados Unidos.
Después, en 2005, le siguió la Shenzhou-VI, comandada por Fei Junlong y con Nie Haisheng como copiloto, quienes permanecieron en órbita cinco días. La VII fue lanzada en 2008 con tres hombres, uno de los cuales (Zhai Zhigang) realizó la primera caminata espacial China, hito seguido por millones de sus habitantes a través de la televisión.
El acoplamiento de la Shenzhou-VIII (no tripulada) con el módulo Tiangong-1 -una de las operaciones más sofisticadas en la esfera tecnológica espacial- estará controlado desde la Tierra. Las naves IX y X llevarán dos o tres taikonautas.
Pero los esfuerzos de China avanzaban paralelamente hacia un sueño mayor, aún más lejano, la Exploración Lunar, con otro programa que tiene para ese fin y mediante el cual en octubre de 2007 puso en la órbita de ese cuerpo celeste el satélite Chang'e-I, que permitió obtener imágenes tridimensionales del objeto astronómico más cercano a la Tierra, así como estudiar su superficie y las partículas del entorno, entre otras investigaciones.
Este plan de la Agencia Espacial Nacional (AEC) contempla también el empleo de robots lunares y sondas que traigan muestras de suelo de ese astro del Sistema Solar a la Tierra. Para las misiones tripuladas, se espera que utilice la nave Shenzhou. Uno de los pasos inmediatos es el lanzamiento en octubre próximo del segundo satélite lunar chino Chang'e-2 a bordo del portacohete Gran Marcha 3C.
Cumplidos todos sus objetivos, China no solo verá realizados sus milenarios sueños de llegar hasta la Luna, sino que también habrá hecho mayores aportes a las ciencias astronómicas.
Escrito por: Teresita de J. Vives Romero