Antílope tibetano, víctima del lujo
Suave, ligera, flexible y brillante, propiedades perfectas de una lana que al ser convertida en manta, además de brindar calor, representa para la alta sociedad elegancia, privilegio y nobleza.
Pero, para la fabricación de un solo chal o estola que posee esas bondades, se requiere de tres a cinco pieles de antílope tibetano, una especie en peligro de extinción. Denominado shahtoosh o Shahtush, el referido artículo de lujo es asimismo calificado como el mejor y más costoso de todos los de su tipo.
Su nombre proviene de una palabra persa que significa "Placer de los reyes". Etimológicamente deriva de la unión de shah (rey) y tus (lana).
La pieza, elaborada por tejedores de Cachemira, requiere de ellos mucha habilidad por tratarse de finas hebras de pelo (poseen un diámetro de entre nueve y 11 micrómetros), tanto es así que el producto final es capaz de pasar por dentro del aro de un anillo de compromiso, según describen. Esto, unido a la escasez de los chales en un inicio, le confirió la categoría de objeto precioso.
Sin embargo, detrás de tanta belleza, se oculta una triste y lamentable realidad, la caza furtiva de los referidos animales para la fabricación de tan preciada prenda.
El también nombrado chirú, mamífero artiodáctilo (con extremidades terminadas en número par de dedos), se mueve a gran velocidad por el altiplano Tibetano, llamado “techo del mundo”, de una altura promedio a los cuatro mil metros sobre el nivel del mar.
Durante años fue perseguido sin piedad en esa meseta, de un área de dos millones 500 mil kilómetros cuadrados, que cubre la mayor parte de la Región Autónoma del Tíbet y la provincia de Qinghai, en China, además de la ciudad de Ladakh, estado de Jammu y Cachemira, en el norte de la India.
El mercado de su lana está prohibido internacionalmente desde 1979, cuando fue reconocido en peligro de extinción y protegido por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas.
Luego de sufrir grandes mermas entre los años 80 y 90, gracias a los planes de conservación del gobierno chino, la población de estos antílopes creció desde los 15 mil ejemplares contabilizados en 1998 -cuando sufrió el mayor descenso- hasta más de 50 mil en el 2008.
Grandes sumas se destinan en el Tíbet con vista a mejorar su hábitat y en Qinghai se crearon equipos especiales para luchar contra la caza ilegal. También, como parte de los programas para evitar su extinción, recientemente medios de prensa locales divulgaron que cuatro reservas naturales, dos ubicadas en la noroccidental provincia de Qinghai y las otras en las regiones autónomas del Tíbet y Uygur de Xinjiang -esta última adonde migran las hembras cada año para parir-, aúnan esfuerzos a fin de intensificar la labor dirigida a la conservación de esa amenazada especie.
La idea es compartir experiencias, intercambiar personal y desarrollar investigaciones conjuntas, según Tseten Druk, director de la administración nacional del área de Hoh Xil, parque natural de Qinghai. A ello se suma el patrullaje en los hábitats descritos para prevenir la caza furtiva, dijo.
En la Meseta Qinghai-Tíbet nacen muchos ríos, incluido el Amarillo y el Yangtsé. En esa singular región de grandes alturas además viven el yak salvaje (“buey gruñón” o “búfalo con cola de caballo”) y los silvestres burros tibetanos. Según un estudio publicado en 2009, en el mundo existen 91 especies diferentes de antílopes, 25 de las cuales se encuentra en serio peligro de extinción.
Escrito por: Teresita de J. Vives Romero